Hoy comienzo este post partiéndome de la risa.
Y si me da la risa es porque no es habitual en mi hablar de una persona de forma tan directa. Se trata de un seguidor de éste blog. Él podría habérmelo dicho de forma abierta, para que todos lo leyeran. Pero no. Ha preferido decírmelo “a la cara”. Y si ahora le estoy contestando, no es porque quiera eludirle. Ya le he contestado en privado. Pero su réplica ha sido aún más patética. Si él quiere, puede volver a la carga, en abierto. Por mi no hay problema.
Pero para que vea que no le guardo rencor, éste post es para él. Con el permiso de todos ustedes, porque de verdad que me apetece darle a este asunto otra vuelta de tuerca…
…un ruido de saco lleno de granos…
Zenón
El rey de la paradoja
Por sus argumentos dialécticos dirigidos precisamente contra la concepción dialéctica de la realidad y basados en la defensa de la demostración de lo absurdo, fingiendo aceptar los puntos de vista del sentido común sobre la realidad y multiplicidad de las cosas, destacó en argumentos contradictorios de una agudeza increíble sobre la lógica:
“Al caer al suelo un saco de granos no puede producir ruido alguno porque no lo produce cada uno de los granos al caer separadamente”
“no puede” producir ruido alguno
Porque “no” lo produce al caer uno a uno.
A los lógicos contemporáneos estas aseveraciones les daba mucho que pensar, como aquellos argumentos sobre la fragmentación del movimiento, el más famoso de los cuales; el de Aquiles y la tortuga.
Los griegos se interesaron en la discusión de las “aporías” (paradojas). En lógica destaca la llamada “del mentiroso” o “del cretense” (que no cretino). Su formulación correcta es: “En éste momento estoy mintiendo”. Formulación más correcta: “el comunicado p es falso”, donde p es el enunciado: “el comunicado p es falso”. La paradoja surge de que el enunciado se refería a sí mismo con la atribución de falsedad, autorreferencia que es característica de muchas paradojas denominadas “semánticas”, “lingüísticas”, para diferenciarlas de las matemáticas, sin que exista una diferencia clara entre ambos tipos. Las paradojas de autorreferencia preocuparon desde la antigüedad y la primera solución general fue dada por Tarski en 1936, con la distinción entre “lenguaje objeto” y “metalenguaje”: en un lenguaje convenientemente formalizado, la referencia a sus enunciados sólo es posible mediante un metalenguaje. Porque todas las paradojas, sobre todo las zenonianas, sólo pueden resolverse utilizando la noción de serie infinita del cálculo infinitesimal…
¡Cálculo infinitesimal!
Y…
… no tengo más que decir…¡Ah! sí, tan sólo una cosita más: Y es que me gusta escribir para mentes despejadas…